domingo, 25 de abril de 2010

PASCUAL CONTURSI Y EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS

Esta columna de hoy no es otra cosa que una estrategia para el rescate de la palabra. Quiere llamar la atención sobre el intento del poder mediático para aniquilar la conciencia lingüística, y con ello toda forma de conciencia, en este tiempo diseñado para la esclavitud laboral y consumista. Por eso nos proponemos el redescubrimiento de la energía de la palabra, clave de conocimiento, de placer y de conciencia crítica. Qué mejor, entonces, que rencontrarnos con la poesía y el tango para llevar adelante esta cruzada… Para cumplir con ese cometido, hoy haremos un viaje que comienza con Mi noche triste, el tango inaugural de Pascual Contursi, y termina con Alfonsina Storni y su Danzón porteño.

Si con la creación de Mi noche triste queda inaugurada la era del tango-canción, la grabación de este tema por Carlos Gardel en 1917 simboliza además un momento crucial para la formación de la Argentina. El tango con letra argumental, decimos desde aquí, fue herramienta indispensable para que el país ingresara en la modernidad y cumpliera el proceso de nacionalización. Fue en los alrededores del primer centenario cuando esa masa de gringos que desde 1860 estaba llegando al país empezó a aquerenciarse, a dejar de sentirse como clavel del aire y a echar raíces. Le empezaron a crecer los hijos a esos gringos, y esos ya eran argentinos, con un idioma nacional que manaba desde las escuelas pero también desde los teatros, los diarios, los cantaclaros –esos libritos con las letras de las canciones de moda- y por supuesto, a partir de 1917, de los tangos. “Percanta que me amuraste”, empezó a cantar Gardel, y después de él todo un pueblo siguió entonando las estrofas de aquella letra inaugural. Y de las que llegaron luego.

El pueblo es voluntarioso. Se le ocurrió bailar el tango y cantarlo e hizo de él una música internacional, a pesar de la oposición de los diarios que hablaron de música canalla. Raúl Scalabrini Ortiz

MI NOCHE TRISTE
Percanta que me amuraste
en lo mejor de mi vida,
dejándome el alma herida
y espina en el corazón,
sabiendo que te quería,
que vos eras mi alegría
y mi sueño abrasador,
para mí ya no hay consuelo
y por eso me encurdelo
pa'olvidarme de tu amor.

Cuando voy a mi cotorro
y lo veo desarreglado,
todo triste, abandonado,
me dan ganas de llorar;
me detengo largo rato
campaneando tu retrato
pa poderme consolar.

Ya no hay en el bulín
aquellos lindos frasquitos,
arreglados con moñitos
todos del mismo color.
El espejo está empañado
y parece que ha llorado
por la ausencia de tu amor.

De noche, cuando me acuesto
no puedo cerrar la puerta,
porque dejándola abierta
me hago ilusión que volvés.
Siempre llevo bizcochitos
pa tomar con matecitos
como si estuvieras vos,
y si vieras la catrera
cómo se pone cabrera
cuando no nos ve a los dos.

La guitarra, en el ropero
todavía está colgada:
nadie en ella canta nada
ni hace sus cuerdas vibrar.
Y la lámpara del cuarto
también tu ausencia ha sentido
porque su luz no ha querido
mi noche triste alumbrar.

El tango es una posibilidad infinita. Leopoldo Marechal


La creación de Contursi sobre la música compuesta por Samuel Castriota fue la gran decisión cultural de un pueblo, una decisión que hizo que definiera su verdadero rostro y se asumiese distinto, porque en esa música halló el eco de sus propios dolores y alegrías, y en esa lengua, tributaria de tantas otras, en formación y transformación, creó su propio relato existencial. Dice el maestro Jacques Lacan, psicoanalista y pensador francés, que el sujeto se constituye a través de la trama del lenguaje y gracias al lenguaje, referente esencial para plasmar la propia individualidad y la identidad del grupo también. Pues bien: gracias al tango se delinearon los trazos de una identidad: la nuestra. Contursi también dio a conocer en ese 1917 los tangos Flor de fango (Después fuiste la amiguita/de un viejito boticario/y el hijo de un comisario/todo el vento te chacó…) y De vuelta al bulín (Percanta que arrepentida/de tu juida/has vuelto al bulín,/con todos los despechos/que vos me has hecho, te perdoné…) pero ninguno, a pesar de su representatividad y de su perfección tanguera, alcanzará la fama de Mi noche triste.

La letra de los tangos es hija de los aedas del arroyo y de los grandes poetas, mezclando sentimientos contrarios, ennoblecidos siempre por la desesperanza. Ramón Gómez de la Serna

Pascual Contursi nació en Buenos Aires, el 18 de noviembre de 1888 y murió en esta misma ciudad, el 29 de mayo de 1932. El periodista y tanguero Julio Nudler dejó una semblanza de este letrista, payador y cantor aficionado. “La letra de tango fue su creación, y con ella convirtió al tango en la canción sentimental de Buenos Aires. Le introdujo temas humanos de validez universal -la nostalgia, la melancolía, las frustraciones del amor, la ambición, la codicia, la decadencia y la injusticia-, aunque su universo específico fuera el de la vida prostibularia, con sus rufianes y rameras. En aquellas primeras décadas del siglo XX, el aluvión inmigratorio había traído a centenares de miles de hombres solos, que alimentaron un enorme mercado del sexo. Trascendiendo a las letrillas livianas y picarescas del tango primitivo, Contursi, radicado por entonces en Montevideo, la capital del Uruguay, estableció entre 1914 y 1915 las nuevas coordenadas poéticas del género, que incluyeron como particularidad -en algunos casos- el relato de todo un argumento, desarrollado en unos pocos versos”. Nudler sabía mucho de tango. Una lástima grande que ya no esté entre nosotros. El dirigió también esa delciosa colección llamada La Marcha: 5 discos compactos e igual número de fascículos dedicada a compilar versiones y desgranar historias alrededor de Los muchachos peronistas, ese himno de amor y de pelea que sigue reuniéndonos

El tango es como la canción de cuna, que entra al oído y nunca se va. Carlos Gardel


Ese tango, que comienza su marcha en cualquiera y en ambas orillas del Plata digamos que en algún momento de la década de 1870, tuvo padres de muchos linajes, pero para nosotros reconoce una sola madre: la milonga. La milonga, en retirada por el avance de la ciudad, remodelada en los suburbios, hará su trasvasamiento a favor del tango, se porteñizará y morirá en las puertas de la ciudad para renacer en su hijo. Así como la figura de Bettinoti, el último payador, será el emblema del trovero nacional, también lo será su poética, ya que la voz y la pluma de aquellos juglares de pulpería de los cuales José Bettinoti, muerto en 1915, será el último representante, junto con la poesía de Evaristo Carriego, la rotunda y protestona voz de Almafuerte y el modernismo de Rubén Darío serán el sustrato de la letra de tango tal cual la conocemos, propiamente una literatura, con ambiente, léxico y temas propios que comenzó con Contursi.

El tango es el libro de quejas del suburbio


Antonio de Nebrija, que nació en Lebrija, una pueblo en las afueras de Sevilla en 1441, y piró de estos barrios terrenos en 1522, a los 81, tiene bien ganado su lugarcito en la historia de la lengua castellana ya que es el autor de la primera gramática (la escribió en 1492) y también del primer diccionario de nuestra lengua (1495). Además, como todo humanista que se precie, no le hacía ascos a la filología la pedagogía, la astronomía y la historia. Por supuesto también era poeta. En todo eso, Nebrija mojaba el pancito. Por ese año 1492, mientras Colón navegaba hacia estas tierras y él “ponía en orden sintaxis y lógica la primera gramática existente”, como escribe José Luis de Imaz en su libro Sobre la identidad iberoamericana, la reina Isabel la Católica le preguntó para que servía eso, a lo que Nebrija contestó con sencillez “Para conquistar el mundo”. Ese castellano que hilvanó el gramático y humanista español es –detalle más o menos- el mismo que usamos hoy, con el que se escribieron las letras de los más bellos tangos y se escribirán las de los tangos que vendrán. No sé si esas letras del tango servirán para conquistar el mundo, pero seguro que a partir de la obra de Pascual Contursi, mezcla original de castellano y lunfardo aun parte del habla de los argentinos, sirven para defender un territorio, una pertenencia, una identidad, una cultura. Esta manera nuestra de estar en el mundo.

El tango no ha dejado de mentarnos. Seguimos alimentando su cumplida promesa de música popular –hoy evolucionada y llena de posibilidades- y él sigue aludiendo a nuestra vida (…) el tango es un hecho, una verdad, un fenómeno de manifestación colectiva, un dialecto musical de exteriorización popular.” Horacio Ferrer


Después de Contursi hubo una explosión de escritores y poetas: José González Castillo, autor de Silbando; el Negro Celedonio Flores, que escribió Mano a mano; Mario Battistella, autor de Sueño querido, Francisco García Jiménez, autor de Suerte loca, pleno de barroquismo. Esas letras hicieron que millones de gallegos como García o como Lado; de tanos, polacos y alemanes, como Cantarelli, Ferman, Schneider, libaneses como Muragua, criollos del norte, como Aparicio, Ludueña o Peralta o marroquíes como mi abuelo, se encontraran en un sentimiento, un lugar, un tiempo, y de esa confluencia renacieran argentinos. Argentinos copartícipes de una lengua y un lenguaje, de un idioma y la manera de interpretarlo; argentinos coautores de una literatura y un universo temático novedoso y por sobre todo propio. El tango, mezcla de voces y silencios de diversos orígenes, con su evocación de lo perdido, su celebración del amor, su tristeza por lo que ya no será, fue la respuesta argentina al cosmopolitismo, que hizo unidad de la diferencia al crear una poética sin rebusques, inclusiva, que ayudó a que esa masa numeral se convirtiera en un pueblo esencial, como afirmaba Marechal.

Aún hoy resuena con fuerza la voz de Macedonio Fernández, afirmando que el tango es lo único que los argentinos no consultan a Europa.

El tango hoy es eso que lo europeos siguen viniendo a consultar a la Argentina. Y como para simbolizar esa melange que lo hizo ser como es, como para sintonizar con este presente en el que las minas todo lo hacen y todo lo pueden, hasta conducir los destinos de un país, nos despedimos con un poema tanguero de Alfonsina Storni. La piba que vino de Suiza en 1896, se crió en la provincia de San Juan y llegó a la gran ciudad queriendo cumplir su sueño de artista -pa colmo con un crío a cuestas- pudo haber sido una de esas milonguitas o grisetas que ambulaban por los suburbios con el alma ajada y el destino en contra. Sin embargo, se convirtió en una de nuestras portas de cabecera. Como testimonio de esa lengua nuestra que organizó de una vez Antonio de Nebrija, que se hizo tango para siempre con Pascual Contursi y que defendemos hoy a golpe de poemas desde este programa, recurrimos a Alfonsina. La que entró caminando al mar un 25 de octubre de 1938, nos dejó este Danzón porteño bailado a las orillas del tenebroso Riachuelo:

“Una tarde, borracha de tus uvas
amarillas de muerte, Buenos Aires,
que alzas en sol de otoño en las laderas
enfriadas del oeste, en los tramontos,

vi plegarse tu negro Puente Alsina
como un gran bandoneón y a sus compases
danzar tu tango entre haraposas luces
a las barcazas rotas del Riachuelo:

Sus venenosas aguas, vivoreando
hilos de sangre; y la hacinada cueva;
y los bloques de fábricas mohosas,

echando alientos, por las chimeneas,
de pechos devorados, machacaban
contorsionadas su obsedido llanto.”

Entrada de: Osvaldo Tangir
(Columna del viernes 23/04/2010 en el programa ICEBERG, AM 570 Radio Argentina. lunes a viernes de 11 a 12, que conduce Mirtha Muragua)

2 comentarios:

  1. soy rockero
    pero el tango me "agarró" después los treinta y no me soltó mas.

    sin dudas
    una preciosa entrada!
    mientras leía "Mi noche triste" lo iba cantando.
    Gran poeta don Pascual!

    saludos y buena semana!

    Adal

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