jueves, 8 de abril de 2010

VIGENCIA DE LA COMUNIDAD ORGANIZADA

A 61 AÑOS DEL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE FILOSOFÍA, LA ACTUALIDAD DE UN PENSAMIENTO QUE CONECTA AL HOMBRE DEL DESTINO CON LA MUJER PROVIDENCIAL


Hay muchas razones por las cuales nos entrometemos con el ayer; como quien dice. Pero la principal es la convicción de que si no le damos dimensión al pasado y no lo incorporamos como un dato permanente del hoy, es imposible proyectar lo que vendrá, aquello que esperamos nos depare el futuro.
El volumen de nuestra historia es lo que nos da carnadura como nación y existencia como pueblo. Por eso, desconocerla nos debilita y aliena, nos quita autonomía y deja a merced del dominio de otras voluntades más fuertes. Vamos en su rescate, vamos por el tiempo ido nuevamente en pos de noticias frescas sobre nuestras huellas en el tiempo. Es en la memoria que anida el germen del futuro.
Y en este intento de rescatar lo importante, que es lo verdaderamente urgente, trajimos a la mesa un discurso del general Perón que, a nuestro criterio, debieran conocer los argentinos de hoy para poder pensar el mañana.
Mucho más que un discurso, es una conferencia. Conferencia con la que cerró el Primer Congreso de Filosofía que se celebró en nuestro país. Eso fue en Mendoza un 9 de abril de 1949. Hace 61 años justo hoy. Aquel Congreso, además de haber congregado a muchos capos de saber humano, fue importante porque en él, el General expone la esencia del pensamiento justicialista cuya consumación es la Comunidad Organizada. Una propuesta de sociedad, un modelo de convivencia posible, deseable, necesario, que los peronistas debemos recuperar para la discusión y la propuesta.
En esa conferencia, Perón reunió magistralmente los fundamentos de su concepción filosófica y los principios rectores de su práctica política que, conjugados, dieron origen a la idea justicialista de la vida. Mucho más que una idea política, la Comunidad Organizada es la enunciación de un humanismo, de una manera de pensar una sociedad tanto en su faz material como en su expresión espiritual. Dice Perón por allí que “como el artista, el político pretende realizar un orden, y ésta es su justificación intelectual, así como su justificación moral reside en el anhelo de justicia que vivifica aquel concepto. El político nato piensa: orden, y siente: justicia”.
La Comunidad Organizada es, entonces, su propuesta política.
Frente a la flor y nata del pensamiento filosófico nacional y universal reunida en la ciudad cuyana para reflexionar sobre la persona humana, el existencialismo y otros temas profundos e importantes, aquella tarde del 9 de abril Perón ofreció una explicación sobre lo que representa sociológicamente la tercera posición, una idea superadora de la bipolaridad, término con el que Estados Unidos y la Unión Soviética justificaban su idea de repartirse el mundo.
Nicola Abbagnano, José Vasconcelos, Nimio de Anquín, Carlos Astrada, Hernán Benítez, Rodolfo Mondolfo, entre otros, escucharon con atención al presidente de los argentinos afirmar que el “movimiento nacional argentino, que llamamos justicialismo en su concepción integral, tiene una doctrina nacional que encarna los grandes principios teóricos y constituye a la vez la escala de realizaciones, hoy ya felizmente cumplidas en la comunidad argentina”. Así, como una filosofía en acto, práctica y sencilla, les presentaba a los grandes pensadores del mundo esta summa filosófica, especie de nueva “República”, ya no de Platón sino de Perón, que es la Comunidad Organizada.
La Comunidad Organizada en realidad no constituye una nueva manera de discurrir acerca de la realidad, ni pretende instalar ningún sistema de pensamiento, es nada más, pero también nada menos, que la enumeración de principios vitales, esenciales para la organización humana, que además propone “las propias fuentes, las propias connotaciones y las propias conclusiones de una manera de ser argentinos”.
Dicen los impertinentes de siempre que detrás de la disertación estaba la dirección del padre Hernán Benítez, que él siempre negó; que los primeros borradores fueron de otro cura: Juan Sepich; que el filósofo Carlos Astrada había puesto lo suyo; también hablaron de Nimio de Anquín y aun de Leopoldo Marechal como escribas de la conferencia, pero lo cierto es que la exposición pública estuvo a cargo de Juan Domingo Perón. En la Comunidad Organizada están el pensamiento, la práctica política, la experiencia en la conducción y la pluma del General. No por nada conocido también como el hombre del destino.
Filosofía en acto, dije recién para definir esta obra, porque entre la doctrina que allí se enuncia y las realizaciones que derivadas de ella, podríamos decir, estaban en marcha en ese mismo momento, se produce una síntesis perfecta de pensamiento y acción, de ideología en estado de realización, de potencia convirtiéndose en acto infrecuente en la historia. En tanto se enuncia y se plasma como doctrina, la comunidad organizada se va realizando, se reafirma con hechos, confirma sus principios en la práctica, se esencializa y a la vez busca su validez universal.
Ese discurso hecho libro no tiene palabras de circunstancia. Es la expresión misma de las transformaciones profundas que el justicialismo, en lo espiritual y lo material, trajo a la Patria. Y en la que se inscribe ese potente testimonio político y jurídico que es la Constitución de 1949.
El orden y la justicia son las columnas de la revolución justicialista, según Perón consigna en la obra, “que afirma a la Nación como un destino que se clarifica y al Estado como una conciencia histórica que permite la articulación entre la patria eterna y el quehacer político impostergable y cotidiano”, según palabras de Carlos A. Disandro escritas en su obra “El humanismo político del justicialismo”,
Y es Pancho Pestanha, un pensador y estudioso nacional quien nos da la dimensión del pensamiento del líder y la trascendencia de su obra cuando dice que Perón “en tanto estadista y conductor tiene una concepción sobre el hombre, la naturaleza, la historia, el estado, el poder, las relaciones con la trascendencia”. Para él, el General tiene una filosofía largamente meditada que deja expresada en La Comunidad Organizada, y que no es otra cosa que “una propuesta de armonización entre los intereses individuales y colectivos en el marco de una organización del Estado que asegure la dignidad de todos, y de una democracia real, donde el único verdaderamente soberano y protagonista es el pueblo”. Allí reside su originalidad y su actualidad como respuesta a los desatinos del liberalismo.

Juan Perón y Evita, el 9 de abril de 1949 en Mendoza, luego de la conferencia.

La Comunidad Organizada es actual en tanto tiene como punto central la preservación y exaltación de los valores de la dignidad del hombre por sobre la opresión, el individualismo, la masificación que lo alienan, desarraigan y ningunean. Entre esos valores primerea el amor al prójimo: “el amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menos tiempo del que ha costado a la humanidad la siembra del rencor”, dice Perón en su texto. Para él hay que devolverle al hombre la fe en su misión, y esa misión sólo puede cumplirse integralmente si está inserto en la Comunidad Organizada “a la que debemos aspirar, donde la libertad y la responsabilidad son causa y efecto, en que exista una alegría de ser, fundada en la persuasión de la dignidad propia”, como dice el mismo Perón.
“Entiendo que hay dos clases de libertad-dice el General-: la libertad de las naciones, basada en la libre determinación de los pueblos, en la soberanía política y en la independencia económica, y la libertad del hombre, consistente en el respeto de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes. Hay, pues, una libertad esencial: la colectiva, y otra que es su consecuencia: la individual. Ello es indiscutible, desde que nadie puede presuponer hombres libres en una nación esclava. Precisamente de ahí parte el Justicialismo cuando, por extensión, afirma que la libertad del hombre en un régimen de explotación, como el comunismo o el capitalismo, es simplemente una ficción. El hombre sólo puede ser libre si se desenvuelve en un mundo libre. Algunos pretenden que los hombres pueden ser libres en una colonia de dominio político o económico”.
Y esto es aplicable tanto en el momento en que fue escrito como en la actualidad. Y como para reafirmar la vigencia de esta idea lo citamos nuevamente: “No aceptamos la explotación del hombre por el hombre y menos aceptamos la explotación del hombre por el Estado. Creemos, sí, que la sociedad modernamente organizada debe ser una colectividad en la que el hombre sea atendido y ayudado por el hombre y los hombres atendidos y ayudados por el Estado”. Porque en la comunidad organizada el rol del Estado es fundamental. Es un Estado actor y protagonista. Su función no se limita a ser un simple agente que garantice el funcionamiento de las leyes del mercado, y menos aún, que responda a intereses sectoriales.
No está de más recordar que la Comunidad Organizada no le pasó inadvertida al poder imperial sustentado en el clasismo individualista y utilitarista de la concepción liberal del mundo, en la que la competencia prima sobre la solidaridad, y la desigualdad y los privilegios se imponen prepotentes sobre la justicia, como ya dijimos más o menos. Cuando ese poder imperial vio erguirse ante él, en oposición, una filosofía basada en el amor y la justicia, pregonera de principios diametralmente opuestos y haciéndose realidad, decidieron eliminarla. Así fue que en 1955 volvieron a sangre y fuego las fuerzas oligárquicas y antinacionales a reinstaurar su noche de odio y sinrazón.
En consonancia con aquel Congreso de Filosofía que hoy recordamos, podríamos decir que estamos los peronistas de hoy reconstruyendo el ágora. Agora, que para los griegos significa asamblea, reunión de personas, lugar de encuentro, y que para nosotros hoy es la posibilidad de hacer escuchar verdades silenciadas desde hace años, algunas desde el mismo nacimiento de la Patria.
Igual que hace más de 2.500 años, como Sócrates o Pericles o Aristóteles, en la plaza pública de Atenas, los perucas estamos acudimos al ágora para predicar nuestra verdad y convencer a los remisos, a los indiferentes, a los que dudan, a quienes temen escucharnos por temor al cambio. En cada esquina, en cada bar, con cada tachero, en el puesto de diarios lo hacemos, en esta misma radio, desde este programa a través del cual proponemos ideas para la discusión sobre el modelo de país que deseamos para los 40 millones de argentinos que somos. Para todos, ni uno más, ni uno menos.
Digo que recreamos al ágora para discutir y defender nuestra razón política. Y lo hacemos por instinto, por preservación, porque hace falta horadar, derrumbar definitivamente el muro discursivo levantado alrededor de la realidad por los grandes medios. Y sólo la voz popular retumbando en la calle, como si fueran las justicieras trompetas que tiraron abajo las murallas de Jericó, puede hacerlo.
Hoy más que nunca, que los jueces remanentes de la dictadura, representantes de de intereses retrógrados, de empresas y medios golpistas, siguen fallando en contra del pueblo, de sus logros, su voluntad y sus decisiones soberanas. No otra cosa ocurre con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, votada en el Congreso y detenida por la intromisión de estos capangas de una justicia que responde menos a los códigos que le dan razón que a las presiones privadas, y que se pone cada día más fuera de la ley.
Y habrá que seguir poniendo la palabra y el cuerpo en el ágora real y virtual que arman los blogs peronistas reunidos en el MPB, por ejemplo. Mientras los medios de comunicación unidireccionales y tendenciosos sigan en manos de empresas privadas, creando un discurso vitriólico a medida de sus negocios, respondiendo a intereses trasnacionales y sigan abusando de su posición privilegiada para ocultar la realidad y tergiversarla.
En esos ágoras que se multiplican en el ciberespacio, como son los blogs peronistas, y por todas las calles del país, estamos discutiéndole a un poder cuasi hegemónico la creación de la realidad, la construcción de otro relato posible de lo que verdaderamente ocurre y queremos. La lucha por el poder es la lucha por el sentido común, dicen que dicen, y hay que recuperarlo para bien de todos.
Para ir cerrando. Para que este nuevo relato, esta respuesta que estamos sabiendo articular tenga el vuelo y la lucidez que el momento requiere, hay que volver a leer a Perón. La mejor manera que conozco hasta ahora para salir en defensa o al encuentro del destino, por decirlo peronísticamente. Perón instaló la noción de que “nadie se realiza fuera de la polis”. De que solo en la comunidad el hombre puede llega a ser lo que deba ser. Por eso aquella verdad fundacional de que un hombre no pude considerarse realizado en una sociedad desigual e injusta, cuyos integrantes no tienen las mismas oportunidades ni derechos. Leer a Perón, permítanme decirlo, es un grato viaje hacia el futuro de la Nación.

Los peronistas tenemos como meta regresar mañana a más tardar a la Comunidad Organizada, que nos sigue esperando como una madre para cobijarnos y darnos el lugar que merecemos. Porque los días más felices fueron peronistas y el futuro también. Y estamos ilusionados con ello. No es para menos. Cada vez que aparece Cristina, con su fuerza arrolladora, su coraje, su convicción peronista, su imparable manera de construir, de pagar deudas con el pueblo, de reintegrarles a los argentinos algo de todo lo que les robaron, confirmo con alegría de que vamos caminando con paso seguro hacia ella. Hacia esa Comunidad Organizada que Perón, el hombre del destino, anunció al mundo aquel 9 de abril de 1949. Hacia esa Comunidad Organizada a la que Ella, Cristina, la mujer de la providencia, nos guía con mano firme y amorosa.

Entrada de: Osvaldo Tangir

1 comentario:

  1. Los peronistas tenemos como meta regresar mañana a más tardar a la Comunidad Organizada, que nos sigue esperando como una madre para cobijarnos y darnos el lugar que merecemos..... nunca llegó ese día... se lo robaron!! jajaja

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