Fue el día del Periodista. Y tengo algo para decir al respecto.
Ejercí –no cometí- periodismo mucho tiempo. Pero propiamente, se me fue desdibujando como función social al paso letal de los noventas. Perdió su aura romántica, que la tenía cuando pisé por primera vez una redacción, lo juro. Pero al fin había pasado a ser solo un medio de vida, menos grato que cómodo. Muchísimo más útil a las empresas contratantes que a las aspiraciones del contratado. La ecuación se me hizo difícil de resolver. Y a otra cosa.
Para mi gusto, a la profesión liberal -acamalada como ninguna por la hueste neoliberal-, de tanto negar las contradicciones se le empezó a ver entrelíneas la cola sucia, le fue quedando en evidencia la relación que tenían muchos del oficio y las empresas empleadoras con intereses políticos y económicos de grupos poderosos, fundamentalmente enemigos del desarrollo del país; le empezaron a quedar a la vista los manejos de los grupos de presión, los aprietes, los intereses, las extorsiones, todo eso que al fin sin que uno se entere termina siendo parte de la noticia o del manto de silencio que cubre ciertos distritos de la realidad.
Las noticias, eso que termina escuchando el oyente, permeando a los lectores y televidentes; un relato del real que queda instalado en el sentido común de las personas, que alimenta el ánimo, condiciona el humor, impregna nuestro día a día… ese saber, ese estar al tanto de los acontecimientos menos indispensable que manipulado; más interesado que verdadero. Responsabilidad de los medios que las producen. Y de los periodistas que las imaginan, escriben y comunican al fin.
En muchos sectores de la sociedad, el periodista ya es visualizado como alguien cuya función ha dejado de ser la de informar y ayudar a construir una verdad, para ocuparse de transmitir u ocultar lo que le conviene a grupos económicos, o de poder… El periodista, casi inevitablemente al servicio de los monopolios, es hoy para mucha gente un sofista que arma argumentos funcionales al poder por dinero, un descuidista que le birla al tipo común de a cachos la realidad, o el muñeco de un ventrílocuo solo capaz de interpretar lo que el amo quiere que se sepa.
Para otra no, y es una lástima.
EL PERIODISMO NECESARIO
Es el día del periodista, y tal vez, lo más conveniente para celebrarlo o rendirle honores a Moreno y su obra es preguntarnos si existe el periodismo que necesitamos los argentinos; o cuál debería ser el papel del periodista en una Argentina en la que ya no tiene primacía absoluta el discurso liberal, que tiene necesidad de nuevas maneras de comunicación, o no sé si nuevas pero sí, al menos, una concepción más depurada, para salir a pelear palabra a palabra en este vago y a la vez tremendo campo donde se confrontan las ideas.
Estamos en un momento del país en que muchos periodistas debieran rever su concepción acerca de la responsabilidad social que les cabe. Conocidos y desconocidos. No hay periodismo en general. Hay periodistas que hacen honor a la profesión: Y pienso en el Tato Contissa, en Leo Cofre, en Orlando Barone, en Sandra Russo, en Rulo de la Torre, en Hinde Pomeraniec, en el Flaco Aguinaga, en otros que ya cambiaron de barrio, como el Gordo Cardozo o Emilio Petcoff, y tantos que eligen el lucro antes que la información o se piensan que llamarse trabajadores de prensa los exime de ir por la verdá. Igual, a muchos el arrepentimiento, ni el abandono de la profesión, ni la gehena del infierno les alcanzaría para redimirse de la culpa.
LEY DE MEDIOS, YA
En este día del periodista digo que me preocupan esos jóvenes confundidos, o no, que buscan formarse como comunicadores en ciertas universidades privadas cuyo principal atractivo es articular con los medios monopólicos para brindarles carne fresca salida de sus aulas, formateada en el discurso antipolítico, de extrema liberalismo, que después se ocupará de bajar ciegamente la línea editorial del medio. Para nuestra desgracia. Y ahí andan esos muchachos y muchachas armados de cámaras y micrófonos y ordenadores e ideologías excluyentes y selectivas, que estrenan el título de comunicadores recibido en la universidad Austral o en la UCA o en la UCES, espantando gente, metiéndole miedo, diciéndole una cosa por otra, cambiándole la verdad por mentira, por confusión, por olvido, por silencio o nada. Con la palabra caos que no se les case de la boca, con la crispación a flor de teclazo y la letra K fija en su mente, como si tuvieran todo el tiempo que hacer diana en ella.
Esos jóvenes, se me ocurre pensar, tal vez no están perdidos del todo y haya una esperanza, una luz al fondo del túnel en que están metidos y por el que quieren llevarnos de prepo. Un relumbrón que permita recuperarlos para la construcción y la organización de la comunidad. Son redimibles, diría Marechal, sólo habrá que acertarles en la cuerda precisa, la más sensible, para que pongan su técnica a favor del interés colectivo y no de una marca de yerba, de un candidato colombiano, o del Departamento de Estado norteamericano.
Se me aparecen esos jóvenes cuando pienso en el Día del Periodista, y rezo para que tantos años de formación universitaria, tanto esfuerzo personal y social, no caigan por la alcantarilla en que quisieron convertirnos la realidad. La Ley, solo la vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que es lo que estamos esperando, ayudará a abrir los espacios necesarios, los suficientes como para que no tengan que sumar su voz al discurso de los monopolios. Tal vez esta deseada, peleada e imprescindible Ley de Medios, cuya puesta en marcha ahora está en manos de la Corte Suprema de Justicia ayude no solo a los jóvenes si no a los periodistas todos -y a mí también si lo sigo siendo-, para que nuestras decisiones no sean hijas del miedo y la necesidad, de la influencia o la dádiva, sino de la convicción y la libertad.
EL GREMIO DE PRENSA
Y también pienso en el gremio, al cual pertenecí durante dos décadas, desde que era Apba, antes de ser Utpba, un gremio que hace muchos años extravió el contacto con los trabajadores y que es tiempo de que vuelva a encontrarlo. Sé que pronto de la mano de compañeros que están poniendo su esfuerzo, el gremio de prensa volverá a tener contenido y a ser continente de los laburantes, a responder a sus necesidades y aspiraciones, dentro del conjunto de gremios hermanos, del que ha estado tan aislado…
Esta profesión u oficio o pasión o negocio hoy ha perdido por completo el aura romántica, transgresora, bohemia, que alguna vez tuvo. Se ha vendido al mejor postor y su mètier ha sido dominado por empresarios y traficantes, por plumíferos hampones y cagatintas caretas, y anebló el bauro de aquellos que ennoblecen y dignifican la tarea.
Y vuelvo a la Ley de Servicios Audiovisuales que lleva adelante el incansable Gabriel Mariotto, presidente de la Autoridad de Aplicación, porque apenas se ponga en vigencia también ayudará a limpiar la profesión de empresarios y advenedizos al redistribuir el espacio comunicacional; será una verdadera democratización del aire que garantizará la pluralidad de voces.
Estos dos datos, la puesta en vigencia de la Ley y la recuperación del gremio, me hacen pensar que la profesión es recuperable; que es necesario y es posible todavía informar sin tergiversar; interpretar sin confundir. Ser periodista, sin que en ello asome una pizca de vergüenza.
LOS COMPAÑEROS ESTAN PRESENTES
Por eso, para recuperar valores y aventar la hojarasca liberal creo necesario recordar también a los compañeros laburantes de prensa que fueron desaparecidos y asesinados por los genocidas del 76. El recuerdo de sus nombres hace que este día 7 de junio tenga mayor sentido. Son símbolo de valentía, de verdad, de convicción, de libertad. Todo eso que hay que reinstalar en la profesión. En su memoria. Y por el periodismo que vendrá queremos decirle presente a Victorio Saturnino Correa Ayesa, asesinado el 29 de agosto de 1977, trabajador de prensa del diario La Capital de Mar del Plata. Presente para Daniel Alberto Daroqui, detenido-desaparecido el 15 de julio de 1977, trabajador de prensa del Diario Clarín.
Presente para Julián Delgado, detenido-desaparecido el 4 de junio de 1978, fundador de la revista Mercado, director del diario El Cronista Comercial. Presente para Héctor Demarchi, detenido-desaparecido el 5 de agosto de 1976, delegado sindical del diario El Cronista Comercial. Cristina Bettanin, muerta el 2 de enero de 1977, reportera gráfica de las Revistas Ya y El Descamisado, de los diarios Noticias y El Diario. Presente para ella y para Dorronzoro, Urondo, Walsh, Santoro y 90 compañeros más.
UN PERIODISTA EJEMPLAR
Y si de ejemplos va la cosa hora, quiero nombrar a Raúl Scalabrini Ortiz, patriota de puro periodista y periodista de puro patriota. Un tipo que sufrió el silenciamiento durante años por atreverse a poner al descubierto las matufias e interferencias del Imperio británico en la vida nacional, por deschavar a sus cómplices, y que no claudicó. Un militante de la palabra que puso su pluma al servicio de la causa nacional. Su Remington, como un arma certera y pura, cargada de verdades y dignidad.
Trabajó en La Nación, en la revista Claridad, dirigió el periódico Reconquista en los 40, fue principal colaborador de la revista Qué cuando la contrarrevolución llamada libertadora derrocó a Perón y había que resistir por cualquier medio llevando la verdad, aun a través de uno que dirigía Rogelio Frigerio y bancaba a Frondizi. Scalabrini nos sigue hablando a través de sus reportajes, frescos como una lechuga fresca.
Y su voz resuena con una fuerza inusitada, a pesar de los muchos intentos por acallarla y condenarla definitivamente al silencio. No pudieron hacerlo. Y no podrán ya privarnos de su lucidez. Como dicen los compañeros de la Agrupación Oesterheld, don Raúl es parte del Comando Celestial que nos guía. A 50 años de su muerte, ocurrida un 30 de mayo de 1959, Scalabrini es pura vigencia.
SCALABRINI, INSOBORNABLE
Por supuesto que quisieron sobornarlo, para acallar la prédica, cómo no. Uno de los que hizo el intento fue el representante de los ferrocarriles británicos en el país, sir Montague Eddy, quien en 1940 le propone un cheque en blanco a cambio de que termine de una vez con su cruzada nacionalista. Scalabrini le responde a Eddy que eso es imposible porque él sigue en su vida la “política de la chinche flaca”. ¿De qué se trata esa política? Así cuenta Scalabrini lo que le respondió al inglés: “Usted debe haber dormido en esas pocilgas que se llamaban hoteles. Habrá luchado alguna noche contra los fastidiosos insectos y observado qué difícil que es matar a una chinche que todavía no ha chupado sangre, usted la aprieta entre los dedos, la refriega y la chinche continúa como si le hubieran hecho una caricia. En cambio, si la chinche ha comido y tiene su panza hinchada, basta una pequeña presión para exterminarla. Bueno, yo sigo la política de la chinche flaca y por eso que usted nada puede contra mí ni nada puede hacer a mi favor…Es indispensable estar limpios de ambiciones y de codicias. Por eso quienes abrirán la senda de los hechos nuevos serán los humildes, los desmunidos, los trabajadores. [...] los que no somos naturalmente ni humildes ni trabajadores sólo tenemos una norma posible: la política de la chinche flaca”.
Dejamos esta frase que lo certifica, porque es como si estuviera pintando un fresco del presente: "El sentimiento que está brotando sordamente en la entraña misma de la tierra, el sentimiento que acaricia el ensueño forzosamente silencioso de las grandes multitudes argentinas, es un nacionalismo mínimo, un nacionalismo defensivo de lo que es legal y jurídicamente nuestro, un nacionalismo que quiere amparar el justo derecho de usufructuar en paz los dones de la naturaleza y de su propio esfuerzo, para mantener un nivel de vida compatible con la dignidad humana”.
EL MPB Y LA CHINCHE FLACA
El camino de la chinche flaca es el que hemos elegido los del Movimiento Peronista Bloguero. Bajo este signo debiera reconstruir el periodismo su sino, bastardeado por mercachifles poderosos y plumíferos venales, y buscar su lugar humildemente en la nueva Argentina, empeñada en ser definitivamente una comunidad organizada.
Entrada de: Osvaldo Tangir
Columna del viernes 4 de junio en ICEBERG
ESPAÑA, TRAS LOS PASOS DE ARGENTINA
Hace 12 años